El perfil floral y frutal de este vino, junto con su final jugoso y ligeramente dulce, lo convierte en un excelente acompañante para platos que resalten sabores frescos y naturales.
Con aperitivos que incluyan frutas frescas, como melón envuelto en prosciutto, crostini de higos con queso de cabra o brochetas de frutas tropicales, las notas de durazno y frutas tropicales del vino se reflejan maravillosamente, mientras que su acidez equilibra la dulzura, logrando una sensación fresca y viva.
En postres, este vino es ideal para opciones ligeras y afrutadas. Tartas de frutas con duraznos, bayas o frutas tropicales como kiwi y mango complementan sus elementos florales y jugosos. Su dulzura persistente realza los sabores de las frutas en los postres, creando una experiencia armoniosa.
También combina bien con postres ricos pero moderadamente dulces, como panna cotta con un toque de maracuyá o un crumble de durazno con un toque de canela. La dulzura equilibrada del vino eleva los sabores del postre, mientras que sus notas florales y frescas mantienen la combinación ligera y placentera.
Temperatura ideal: 10 °C